miércoles, 17 de mayo de 2017

Una cita made un wasap

        Una cita made un wasap

Me olvidé que habíamos quedado a las siete. Siete en punto o según el reloj del celular diecinueve horas. De aquí que me quite las zapatillas y ventile mis calzoncillos van a transcurrir treinta minutos más. Y desespero claro, no quiero llegar tarde así que hago todo rápido y me voy a tomar el colectivo que pasa a tres cuadras. Para males no se si la Sube tiene carga y pido a mi abuela la suya. Con reproches me la presta y vuelo. Con estas recargas mi crédito se ha disminuido y ya no cuento con señal de internet, por lo tanto no hay wasap y comienzan mis perjuicios acerca de ella y su malestar de no ver las dos tildes, que debe estar enviando la pregunta condenatoria de: ¿a que hora llegas? Y a los dos minutos es un: yo ya estoy. Y al minuto: ¿te falta mucho?  Y al medio: ¿venis? Y al segundo: ¿? Un emoticón que entorpece el lenguaje de señas y yo que espero el colectivo línea 27 de la empresa rápidos y mortales y la desesperación de llegar tarde a esa cita que justo se me da en mi peor momento como ente social. Hace tanto que no hablo con una mujer cara a cara que ya me averguenza y trato de hacer las cosas bien pero ya empecé mal. Al fin el maldito 27 llega y peor aún porque viene como un vagón de ganado y tengo que subir a los empujones que me aprieten hasta el aire. Paso la tarjeta y una buena porque es con descuento de jubilado pero el chófer que parece traerselas me lo indica. - Che flaco esa tarjeta es de jubilados. Pero yo me escabullo entre un montón de grasa y olor hasta perderme en los últimos asientos. Ninguno esta vacío, voy parado.... Continúa...


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